domingo, 29 de noviembre de 2020

Matemos al tío


Título: Matemos al tío
Autor: Rohan O´Grady
Páginas: 316
Año de edición: 2014
Género: Narrativa


Opinión personal
Estaba buscando un libro cuyo autor o autora lo hubiese escrito en su día bajo pseudónimo, pues me hacía falta para seguir completando el reto de Las Inquilinas de Netherfield, cuando de pronto me acordé de este libro que tenía entre mis pendientes acumulando polvo desde hace mucho, que en su día, si no recuerdo mal, me apunté al verlo en el blog de mi querida Norah Bennett (de En el rincón de una cantina). ¿Que qué me ha parecido? Bueno, vamos a ello...

Es curioso porque es el segundo libro que leo de esta editorial (cuyas ediciones me encantan) y, casualmente, al igual que el primero que leí (Oso, libro peculiar donde los haya, tenéis la reseña aquí), transcurre en una pequeña isla canadiense. El típico sitio donde da la impresión de que el mundo se ha detenido, la vida es tranquila, contemplativa, llena de placeres sencillos.

En Matemos al tío, empezamos la historia con dos niños llegando en barco a una isla cuyos habitantes son en su mayoría vejestorios que gozan de una vida apacible, donde rara vez ocurre algo digno de mención.
Barnaby tiene diez años y, tras quedarse huérfano, es su tío quien actualmente tiene su tutela; un alto cargo militar retirado que siempre anda ocupado de viaje. El niño es maleducado, fácil de provocar y un tanto gamberrete.
Christie, de edad similar, es hija de madre soltera, de familia mucho más humilde que Barnaby, pero va de señorita insolente y malcriada, mirando por encima del hombro a casi todos los que la rodean. Bastante pilla, pero es de las que tiran la piedra y esconden la mano.
Ni una ni otro se conocían antes de nada, pero ha dado la casualidad que ambos son mandados por su familia a pasar el verano a dicho lugar. Ya en el barco la venían liando, haciendo trastadas y sacando de quicio a la tripulación, por lo que, al bajar a la isla, este remanso de paz y de pequeñas rutinas, ya tienes el presentimiento de que van a ponerlo todo patas arriba.

Y son casi todos viejos en dicha isla porque, a lo largo de las dos grandes guerras mundiales, sus habitantes perdieron a sus hijos cuando estos estaban defendiendo a su patria en tierras extranjeras. Una treintena de hijos caídos en combate, recordados y añorados, cuyos nombres están grabados en piedra en el monumento de la plaza mayor, a modo de homenaje. Sin embargo, hubo uno que no llegó a ir, librándose de una muerte casi segura, una de las pocas personas jóvenes de la isla: Albert Coulter, que es ahora sargento de la Policía Montada; junto con su ayudante, son los encargados de llevar el orden y la justicia. Aunque tratándose de un lugar tan tranquilo y con tan pocos habitantes, siempre ha sido un trabajo sencillo... Hasta el momento.

Cuando este par de mocosos llega a la isla, la lechera (una buena mujer con un perro y un gato, amiga de la madre de Christie) se queda con la niña; con el niño se queda un matrimonio mayor (los tenderos de la única tienda de la isla). A primera vista parecen no haber roto un plato, dos angelitos, y son acogidos con mucha hospitalidad y cariño. No obstante, el sargento Coulter, que es viejo zorro y nunca ha sido muy amigo de los niños, en general, intuye que pronto habrá problemas. Y no, su instinto no se equivoca, pues en pocos días pronto la paz y armonía empiezan a verse alteradas.

Para complicar más las cosas, tenemos a un puma que, tras pasar muchas penurias, ha conseguido regresar a la isla donde, hace tiempo, los cazadores lo hirieron intentando matarlo. Ahora es viejo, está en los huesos, hambriento, y le falta una oreja y una falange en uno de los dedos (de cuando le dispararon en el pasado). Una Oreja, que es como le apodaron en su día, ha vuelto. Está en las últimas, ha perdido el coraje que antaño lo hizo temible y está desesperado, pero aún conserva su astucia.


Pero esto no es todo, porque Barnaby va dejando caer por ahí, entre susurros, que su propio tío conspira contra él para quedarse con su herencia. ¿Fantasías de un niño? ¿Otra de sus muchas mentiras?

Bueno, no quiero contaros mucho más porque es un libro cuyo encanto reside en dejarse llevar, cuanto menos sepáis, más os atrapará. Matemos al tío es una historia que ya desde sus primeras páginas, no sé cómo, me metí de lleno en la vida de estos habitantes de la isla. Y si al principio me caían mal los niños, con el paso de los acontecimientos empecé a encariñarme con ellos. El Sargento Coulter es quizá el personaje mejor construido, y sin duda mi favorito. Empaticé rápidamente con él.
Es un triángulo de personajes que evoluciona mucho a lo largo de la historia, pues no son los mismos cuando cierras el libro.
Sin embargo, lo mejor sin duda son los personajes secundarios, que los hay y llenos de peculiaridades. Quizá la lechera fue la que mejor me cayó, pues es una mujer pragmática, resolutiva, con una santa paciencia y una psicología inversa con los niños que, bueno, merecía un monumento.

Hay un misterio durante todo el libro, desarrollado más en su segunda mitad, cuando ya te conoces a todos y las costumbres de este lugar, que es un poco el hilo conductor, pero, al menos en mi caso, es lo que menos me ha importado. La simple vida de la isla, las historias de unos y otros (incluido el puma) han sido la sal de esta novela.
El libro transmite un buenrollismo, una calidez y una ternura (a pesar de los enredos y momentos dramáticos), que te deja con cierta sensación de nostalgia. De querer seguir el curso de cada uno de sus personajes, más allá de ese verano tan atípico. Una lectura para leer con calma, para dejarse llevar y disfrutar de los pequeños detalles. ¿Sabéis esa pregunta tan recurrente entre los lectores, eso de "En qué lugar literario te gustaría vivir"? Pues esta isla sería uno de mis rincones favoritos.





martes, 24 de noviembre de 2020

La tregua


Título: La tregua
Autor: Mario Benedetti
Páginas: 171
Año de edición: 1985
Género: Narrativa


Opinión personal
La tregua es la obra más famosa de Mario Benedetti. A través de un diario personal, el protagonista nos cuenta sus últimos días antes de jubilarse. Días grises, cargados de rutina y cotidianidad. Su vida pasa entre la oficina, su casa y sus hijos, con los que le cuesta relacionarse. Viudo desde hace tiempo, se preocupa por lo que hará con su tiempo libre.

Un libro sencillo y fácil de leer. Resulta una lectura amena y, aunque conforme vas leyendo parece que no ocurra nada más allá del día a día de un viudo que está a punto de abandonar su puesto de trabajo, transmite una sensibilidad que resulta entrañable. Y una vez terminado me ha quedado clara una cosa, y es que hay que disfrutar de cada momento y hacer lo que deseas sin dejarlo pasar.

No estoy acostumbrada a leer esta clase de libros, tipo epistolar. Sí es cierto que no me ha enganchado como una novela, pero es una lectura placentera, que viene perfectamente cuando quieres hacer un paréntesis. Nada más empezarlo y leer que el protagonista está a punto de jubilarse con 50 años, no podía dejar de pensar que ojalá yo me jubilara a esa edad. Pero, al paso que vamos, veo difícil jubilarse a cualquier edad.

La manera en la que está escrito, a modo de diario, consigue que conectes con el protagonista fácilmente. Se muestra sin tapujos contando cada pensamiento que se le pasa por la cabeza. Hay momentos divertidos y otros que consiguieron ponerme un nudo en la garganta. El color a esa vida gris lo pone una chica más joven que él  que le roba el corazón. Con ella llega el amor y la esperanza. Es importante tener en cuenta la época en la que está escrito, ya que toca temas muy diversos y algunos desde un punto de vista que no comparto. Aun así, ha sido una lectura muy agradable.






domingo, 15 de noviembre de 2020

Un asunto de familia

Título: Un asunto de familia
Director: Hirokazu Koreeda
País: Japón
Año: 2018
Género: Drama


Opinión personal
No sé lo que me pasa con este director, pero todo lo que veo de él se convierte instantáneamente en algo inolvidable. Anteriormente vi De tal padre, tal hijo y Nuestra hermana pequeña (ambas reseñadas en el blog por Moniki). Si, hoy por hoy, me preguntaran por mi Top 5 pelis japonesas favoritas, os aseguro que esas dos junto con esta que hoy os traigo estarían dentro.

Osamu y su hijo se encuentran un día con una niña en mitad de un frío glacial. Apiadándose de la pequeña, no se lo piensan dos veces y se la llevan para casa. Al principio su esposa es reacia a quedarse con ella, pero pronto se gana su cariño.




La película nos muestra con una cotidianeidad especial (marca de este director) los entresijos y las rutinas de esta familia. Una familia compuesta por un hombre, dos mujeres, un niño y una anciana, y ahora la recién llegada. Son muy pobres; a él lo han despedido a cuenta de una baja laboral, y ahora se dedica a llevar pequeños hurtos junto con su hijo. Las dos mujeres aportan lo que pueden con sus trabajos, pero es más bien escaso, así que realmente consiguen sobrevivir a duras penas con la pensión de la abuela a la que cuidan. Sin embargo, a pesar de las penurias, la película te transmite un optimismo y una unión entre los diferentes miembros que es digna de ejemplo, pues son felices con lo poco que tienen.



Pero volviendo al tema de la niña... Al día siguiente de haberla encontrado, el matrimonio va a devolverla a la dirección que esta les indica. Sin embargo, al llegar a la casa de la pequeña, casualmente presencian una escena desagradable entre los padres de esta cuando se asoman por una ventana; una fuerte discusión entre ellos en la que se insultan y hasta donde ella confiesa arrepentirse de haber sido madre. Atando cabos, y por cosas que ella les cuenta de forma velada, se dan cuenta de que la pequeña está totalmente desatendida, no solo eso, es víctima de maltrato físico y psicológico.
Visto lo visto, ni siquiera llegan a llamar al timbre. Cogen a la pequeña y se la llevan por donde han venido. La niña es un amor y les roba el corazón a todos, así que a partir de aquí la acogen como una más de la familia y le dan un nuevo nombre.



Después de largas semanas conviviendo con la pequeña, empiezan a ver por televisión la noticia de su desaparición. En las imágenes salen los verdaderos padres dando una rueda de presa, y la policía comentando que podría tratarse de un secuestro.
Sin embargo, por el bien de la niña, a la que tienen mucho cariño, deciden guardar el secreto. Un secreto que llevarán al límite, hasta las últimas consecuencias.

La película ha sido premiada en más de un festival de cine, y fue presentada a los Oscars el año pasado en la categoría de Mejor película de habla no inglesa. Es de las mejores películas que he visto este año y, no solo eso... ¿Recordáis una entrada especial que publiqué hace poco, con mi Top 10 mejores películas de la década? (Podéis echarle un ojo aquí). Pues Un asunto de familia estaba incluida en ella.
La historia es conmovedora, entrañable, con mucho encanto, cargada de dilemas morales y con unos personajes llenos de claroscuros en donde no todo es lo que parece. Al margen de todo eso, una de las cosas que más me han gustado es esa visión de la familia viviendo bajo el mismo techo que la abuela. ¿Os imagináis vivir con vuestra abuela, disfrutar de ella todos los días? La mía (mi persona favorita en esta vida) murió hace ya bastantes años y la sola idea se me antoja deliciosa.
Si me preguntaran con cuál de las tres películas del director vistas hasta la fecha me quedaba, no sabría qué responder. Las tres son absolutamente maravillosas.





martes, 10 de noviembre de 2020

Nuestro último verano en Escocia


Título: Nuesto último verano en Escocia
Director: Andy Hamilton, Guy Jenkin
País: Reino Unido
Año: 2014
Género: Comedia, Drama


Opinión personal
Doug y Abi llevan un tiempo separados porque él le fue infiel con una compañera de trabajo. Tienen tres hijos fantásticos pero algo diferentes a lo convencional. Es el cumpleaños del abuelo, el padre de Doug, y, para ahorrarle un disgusto, deciden ir a Escocia como una familia feliz y no contar nada sobre su separación. El fin de semana resulta algo caótico y lleno de sorpresas.


Con el abuelo vive el hermano de Doug, con su mujer e hijo. Ambas familias no tienen nada en común y pronto salen a relucir las diferencias entre los hermanos. Tienen preparada una gran fiesta de cumpleaños, que perfectamente podría parecer una boda. Todo organizado hasta el más mínimo detalle.


Sin duda, para mí el abuelo es el personaje que más me ha gustado. Me ha ganado desde el primer minuto. Un hombre gracioso, irónico y entrañable. En cuanto llegan sus nietos, decide irse con ellos a pasar el día a la playa. A pesar de la negativa de los padres, coge su camioneta rumbo a su destino.
Los niños también son un ingrediente fuerte. Simpáticos, espontáneos, imaginativos y sinceros. Son el punto fresco de la película.


Los diálogos en esta película están cargados de humor y sarcasmo. A pesar de tratarse de un drama, en ningún momento cae en tópicos y está llena de momentos auténticamente divertidos, sacándote una sonrisa incluso en las situaciones más dramáticas. 
La rivalidad entre Doug y su hermano está presente desde que llegan a la casa, pero un acontecimiento inesperado, en el que se verán implicados los niños, los obligará a aparcar esas rencillas y actuar como una familia unida.


Cada vez me gustan más estas tragicomedias inglesas. Me resultan divertidas, con su punto justo de emotividad. Los personajes me caen bien, lo que me hace la película muy agradable. Y algo importante para mí es que suelen ser impredecibles y casi siempre me sorprenden. Así que poco más puedo añadir para no destriparos mucho, salvo que me ha encantado.






lunes, 2 de noviembre de 2020

La maldición de Hill House


Título: La maldición de Hill House
Autor: Shirley Jackson
Páginas: 265
Año de edición: 2019
Género: Terror


Opinión personal
Ya sabéis (y si no os lo recuerdo) que a principio de año vi La maldición de Hill House, una de las mejores miniseries que he tenido el gusto de ver. Podéis leer la reseña que le hice aquí.


Tanto me gustó la miniserie, que me lancé a por la novela. Me habían dicho que el libro no tenía mucho que ver con la miniserie, que esta era una adaptación muy libre, lo que me animó más a querer leerlo (si hubiese sido igual, no hubiese tenido ningún interés, pues la lectura habría carecido de toda sorpresa).
En mi favor diré que conocía el estilo de la autora, pues hace unos años leí su famoso y descarnado relato La lotería (si no lo habéis leído ya, podéis hacerlo de forma gratuita aquí). Y di con él de casualidad, gracias a un lector, que tras leer La pala, uno de los relatos incluidos en mi primera antología, Al otro lado del cristal (relato que también podéis leer de forma gratuita aquí), me confesó que le había recordado mucho al célebre relato de Shirley Jackson. Fue así como descubrí a esta autora, que sirvió muy positivamente de influencia al propio King, Matheson o Gaiman, entre otros grandes autores de género.

Pero no me enrollo más. Después de este preámbulo, os cuento de qué va y qué me ha parecido...

El doctor Montague, un estudioso de lo oculto que busca pruebas de fenómenos psíquicos en casas encantadas, está a punto de llevar a cabo un importante experimento. Tras una larga carrera llena de decepciones en dicho campo, y cansado de las burlas de sus propios colegas científicos, cree haber dado con la casa idónea para registrar esas manifestaciones paranormales de las que lleva años intentando ser testigo: Hill House, un imponente caserón, viejo y laberíntico, con un historial espeluznante, del que dicen que nadie ha conseguido pasar una sola noche sin salir con alguna secuela física o mental.
Los últimos que lo intentaron no llegaron muchos metros más allá de su verja, perdiendo extrañamente la vida en un accidente de carretera.

Para llevar a cabo su experimento, el doctor manda cartas a personas con perfiles digamos "especiales", con antecedentes de episodios extraños o facultades secretas de las que previamente se ha informado, con la intención de pasar cinco o seis días en dicha mansión. Solo dos acuden a la cita, sin tener tampoco mucha información acerca de lo que harán esos días allí.
Por un lado tenemos a Eleanor, una joven apocada y con un pasado infeliz, que se ha escapado para venir a Hill House, pues su familia no la dejaba, desconfiando de las intenciones de ese doctor. Es el personaje que más protagonismo tiene, y con sentido, pues sus inseguridades dan mucho juego.
Por el otro tenemos a Theodora, una mujer atractiva, sofisticada y atrevida (en este sentido antagónica a Eleanor), con la que a pesar de todo estrecha un fuerte vínculo con la otra desde el principio.
Pero luego resulta que hay un tercer invitado. La actual propietaria de la mansión, que vive lejos (pues Hill House lleva muchos años deshabitada), accede a la petición del doctor Montague de dejarle pasar unos días en el viejo caserón, pero bajo la supervisión de su sobrino Luke (su única condición), futuro heredero de la casa, un joven pícaro y escéptico del que ni su propia tía se fía mucho.

Cuando el cuarteto (contando con el doctor) llega a la mansión, cada uno en diferentes momentos, la sensación siniestra es parecida. La casa tiene algo indefinible que ejerce cierto influjo en quienes se adentran en ella.

"Giró y enfiló el último tramo del camino, que la condujo derecha, frente a frente, hasta Hill House y sin pensar pisó el freno para detener el coche y se quedó sentada, observando.
La casa era malvada. Le dio un escalofrío y las palabras acudieron por sí mismas a su mente: <<Hill House es malvada, está enferma; vete de aquí enseguida.>>"


La historia se toma su tiempo en presentarnos a sus personajes, la autora los disecciona con escrupuloso escrutinio. Ellos son el motor de la novela. Por otro lado, la casa en todo momento parece tomar entidad propia, dando la impresión de tener conciencia, agazapada entre las sombras, sibilina, acechante, todavía medio adormecida, estudiando con apatía, sin prisas, a sus actuales inquilinos, como intentando descubrir sus puntos débiles.
El estilo de la autora es muy visual, describiéndonos cada detalle de manera que podamos imaginárnoslo todo con nitidez, dotando a sus personajes de naturalidad, cinismo, ternura, diálogos llenos de sarcasmo, pensamientos que nada se corresponden con lo que luego expresan en voz alta (en este sentido identifico cosas de Stephen King, en lo que a la construcción de personajes se refiere, que es fácil adivinar de quién ha tomado una clara influencia).

Más allá de lo que en un principio imaginé, el libro se centra en el día a día de estos personajes en este sitio. Y aunque, como es lógico, los acontecimientos van degenerando en una experiencia grupal cada vez más desquiciante, es todo como muy cotidiano. De hecho, diría que el ambiente que predomina es el realista, el de los pies en la tierra, pues así el doctor Montague quiere que sea, enfocando el asunto desde un punto de vista científico, sin trucos, sin artificios, anotando en su libreta los episodios que en ciertos momentos se salen de lo corriente.
Claro que hay dos o tres momentos de susto, sucesos paranormales, pero en general no es un libro que dé miedo, o al menos en mi caso. Quizá lo que más predomina es el misterio, haciendo que nos preguntemos por la relación entre el trágico y singular pasado de la mansión y sus nuevos inquilinos. Es de estas historias que, desde el principio, intuyes que no puede acabar bien, y pese a todo, no me disgustó cómo termina. Me pareció coherente con ella misma.

Resumiendo, no es un mal libro, la ambientación y los personajes están muy logrados (a pesar de no coincidir con ellos en muchas ocasiones con su forma de pensar o comportarse), es lo mejor que tiene el libro. Y, aunque es cierto que me esperaba más, lo he disfrutado. Obviamente, entre la miniserie y el libro, me quedo con la miniserie. Aun así, si buscáis una historia con cierto toque introspectivo, con una ambientación inmersiva y un ritmo pausado, echadle un ojo. Si por el contrario buscáis algo trepidante, de terror angustioso y lleno de casquería, pasad de largo.
Por mi parte, continuaré leyendo más de la autora.





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