Título: Martes con mi viejo profesor
Autor: Mitch Albom
Páginas: 215
Año de edición: 2005
Género: No ficción
El profesor Morrie Schwartz era famoso entre los jóvenes de la época porque sus clases eran diferentes. Se preocupaba por transmitir la importancia de perseguir los sueños de uno, a pesar de que eso suponga trasgredir las normas de la sociedad. Todo ese pensamiento cobró aún más relevancia en la vida del profesor cuando le diagnosticaron ELA, una grave enfermedad degenerativa y letal. A partir de aquí, en contra de lo que cualquiera pudiera pensar, saca fuerzas de quién sabe dónde para convertir ese pensamiento en un movimiento y es llamado para dar conferencias allá donde puede. Se convierte en un ejemplo a seguir para todos los que lo conocen. Recibe al día visitas de todo aquel interesado en charlar con él por un rato. Es asombroso como alguien en su situación puede tener un pensamiento tan positivo y optimista.
Mientras la enfermedad avanza, su antiguo alumno, Mitch Albom, vive obsesionado por el trabajo y está atrapado en ese ritmo frenético del día a día, donde no queda tiempo para disfrutar de su mujer, familia y sueños. Todo comienza a cambiar cuando de casualidad ve al profesor Morrie Schwartz en un programa de televisión. Ahí cuenta que sufre una enfermedad letal y cruel. A Mitch se le remueve todo por dentro, volviendo a esos años de juventud donde era un gusto asistir a las clases de este profesor. Así que decide ir a visitarle.
Lo que no se podía imaginar Mitch es que esa primera visita sería el comienzo de muchas más. Ambos deciden verse cada martes, porque para ellos tiene un significado especial. Y así, comienzan unas clases donde la enseñanza recae en la vida misma. Cómo ser feliz con los pequeños detalles del día a día y la importancia de luchar por lo que uno realmente sueña.
Durante esas visitas, el alumno recuerda los sueños que tenía cuando estudiaba y las ganas e ilusión que tenía por las cosas. Se plantea su vida actual, sin tiempo para compartir con su familia. Al mismo tiempo, es testigo del avance de la enfermedad y cada visita es más dura en ese aspecto, aunque escuchar al profesor es siempre un regalo, consiguiendo que se le olvide mientras dura cada encuentro.
Una triste historia que a pesar de todo me ha dejado con buen sabor de boca, aunque es inevitable quedarte con un nudo en la garganta. Aun así, es un libro que recomiendo a cualquiera porque, guste más o guste menos, es toda una enseñanza de vida.
Opinión personal
Martes con mi viejo profesor es un libro sencillo pero intenso por su contenido. Relata las visitas que el autor, Mitch Albom, hacía cada martes a su antiguo profesor de universidad. Una conmovedora historia que me ha hecho reflexionar sobre el final de la vida y cómo me gustaría que fuera, además de grabarme a fuego la famosa frase de "No valoras algo hasta que lo pierdes".
Martes con mi viejo profesor es un libro sencillo pero intenso por su contenido. Relata las visitas que el autor, Mitch Albom, hacía cada martes a su antiguo profesor de universidad. Una conmovedora historia que me ha hecho reflexionar sobre el final de la vida y cómo me gustaría que fuera, además de grabarme a fuego la famosa frase de "No valoras algo hasta que lo pierdes".
El profesor Morrie Schwartz era famoso entre los jóvenes de la época porque sus clases eran diferentes. Se preocupaba por transmitir la importancia de perseguir los sueños de uno, a pesar de que eso suponga trasgredir las normas de la sociedad. Todo ese pensamiento cobró aún más relevancia en la vida del profesor cuando le diagnosticaron ELA, una grave enfermedad degenerativa y letal. A partir de aquí, en contra de lo que cualquiera pudiera pensar, saca fuerzas de quién sabe dónde para convertir ese pensamiento en un movimiento y es llamado para dar conferencias allá donde puede. Se convierte en un ejemplo a seguir para todos los que lo conocen. Recibe al día visitas de todo aquel interesado en charlar con él por un rato. Es asombroso como alguien en su situación puede tener un pensamiento tan positivo y optimista.
Mientras la enfermedad avanza, su antiguo alumno, Mitch Albom, vive obsesionado por el trabajo y está atrapado en ese ritmo frenético del día a día, donde no queda tiempo para disfrutar de su mujer, familia y sueños. Todo comienza a cambiar cuando de casualidad ve al profesor Morrie Schwartz en un programa de televisión. Ahí cuenta que sufre una enfermedad letal y cruel. A Mitch se le remueve todo por dentro, volviendo a esos años de juventud donde era un gusto asistir a las clases de este profesor. Así que decide ir a visitarle.
Lo que no se podía imaginar Mitch es que esa primera visita sería el comienzo de muchas más. Ambos deciden verse cada martes, porque para ellos tiene un significado especial. Y así, comienzan unas clases donde la enseñanza recae en la vida misma. Cómo ser feliz con los pequeños detalles del día a día y la importancia de luchar por lo que uno realmente sueña.
Durante esas visitas, el alumno recuerda los sueños que tenía cuando estudiaba y las ganas e ilusión que tenía por las cosas. Se plantea su vida actual, sin tiempo para compartir con su familia. Al mismo tiempo, es testigo del avance de la enfermedad y cada visita es más dura en ese aspecto, aunque escuchar al profesor es siempre un regalo, consiguiendo que se le olvide mientras dura cada encuentro.
Una triste historia que a pesar de todo me ha dejado con buen sabor de boca, aunque es inevitable quedarte con un nudo en la garganta. Aun así, es un libro que recomiendo a cualquiera porque, guste más o guste menos, es toda una enseñanza de vida.