Autor: George R. R. Martin
Páginas: 549
Año de edición: 2014
Género: Ciencia ficción
Opinión personal
Llevo años diciendo que quiero leer Canción de Hielo y Fuego (Juego de tronos, para quien no lo sepa ya a estas alturas), pero me daba cierta pereza a su vez, y como tenía este otro libro del autor desde hace tiempo, quise ver cómo era su estilo (aunque este fuese otro género muy distinto) antes de embarcarme en una saga tan extensa.
Como algunos ya sabréis, siempre me ha costado un poco acercarme a la ciencia ficción, me tiene que llamar mucho la trama del libro en cuestión para que dé el paso y me lance. Y el argumento de Los viajes de Tuf me intrigó desde el principio. Os cuento un poco por encima de qué va y qué tal me ha parecido.
Haviland Tuf es un tipo bastante curioso, un mercader independiente poco agraciado, corpulento, calvo y de una palidez extrema. Es vegetariano, bebe cerveza en grandes cantidades, come demasiado y le encantan los gatos. Pero además, y por encima de todo, es un tipo honesto. Algo difícil de encontrar en los tiempos que corren.
Por motivos del azar, cuando es contratado por un estrambótico grupo de mercenarios de dudosas intenciones, da con una enorme nave espacial (gigantesca, colosal, de kilómetros y kilómetros de envergadura) llamada el Arca, la única superviviente del antiguo Cuerpo de Ingeniería de la Vieja Tierra.
En cuanto la descubren, todos ansían hacerse con ella, pues la nave alberga un poder inimaginable. Por suerte, mediante coraje y mucha astucia, Tuf consigue adueñarse de ella. Y digo por suerte porque, en manos equivocadas, el inmenso poder de esta se convertiría en algo destructivo haciendo un mal uso de la nave. Sin embargo, nuestro singular protagonista comienza a usarla para fines buenos.
El Arca es un artilugio que lleva desaparecido más de mil años (de su antigua tripulación poco sabemos al principio de lo que pasó con ella, más adelante se nos darán pistas), pero Tuf la repara (con muchas dificultades, todo sea dicho) y consigue darle vida, usándola para llevar a cabo una de esas profesiones que hace ya mucho están en desuso: la ingeniería ecológica, que él recupera, dándole su personalidad, astucia e ironía.
A pesar de las descomunales dimensiones del Arca, su única tripulación actual consta solo de Tuf y sus gatos: Champiñón, Caos y Desorden. Rápidamente nos daremos cuenta de que el grandullón es un tipo solitario, que prefiere la compañía de sus felinos antes que de las personas, a menudo llenas de rasgos que dejan mucho que desear. Ya solo por esto es un prota que me cayó bien desde el principio.
Es entonces cuando Tuf empieza a ejercer esta curiosa profesión (aprendiendo sobre la marcha, pues no tiene quien le enseñe), yendo de planeta en planeta ofreciendo sus servicios. Como os podéis imaginar, cada planeta tiene sus propios problemas (a cuál más serio y urgente, por cierto), y Tuf intenta ayudar en la medida de lo posible (siempre cobrando unas tasas, claro, porque el mantenimiento del Arca es costoso). Y valiéndose de la clonación en gran medida (una de las muchas habilidades de la nave), consigue solucionar algunos de estos importantes problemas planetarios, con mayor o menor éxito, unas veces de forma definitiva y otras veces de forma temporal. Pero casi siempre los habitantes de los diferentes mundos lo reciben con recelo y desconfianza (un rasgo humano característico), y muchas veces intentando sacar tajada o estafarlo.
Con el pasar de los años, Tuf va ampliando su colonia felina, y algunos de los nombres que les pone a sus mininos, irónicamente, son en honor a estos rasgos tan humanos con los que ha tratado en sus largos viajes: Sospecha, Duda, Hostilidad, Ingratitud, Estupidez...
"-Antes de que muera, juro que cogeré a ese animal por el rabo y le reventaré los sesos en una pared, si es que los tiene.
-No aprecia en grado suficiente las virtudes de los felinos -dijo Tuf, retirándose de nuevo a su sillón y acariciando a Desorden hasta tranquilizarla igual que antes había hecho con Champiñón-. Los gatos son animales muy inteligentes y de hecho es bien sabido que todos ellos poseen ciertas facultades extrasensoriales. Los pueblos primitivos de la Vieja Tierra llegaron a considerarles dioses en algunos casos."
Los viajes de Tuf se divide en 7 historias conectadas. 7 relatos continuados, cada uno centrado en la problemática de un planeta y las aventuras que Tuf corre en él, pero a pesar de esta estructura, el libro es un todo. De hecho, cuando creíamos haber dejado atrás a ciertos personajes de un mundo determinado, vuelven a aparecer en escena. A través de este periplo, seremos testigos de la evolución de nuestro protagonista.
Y en cierta forma, de cada historia se saca un mensaje, una moraleja, casi siempre cargada de una crítica feroz y bastante acertada (es una de las cosas que más me han gustado y que el autor ha sabido plasmar con mucha ironía, sin restar tensión e incertidumbre a la propia historia).
Por ejemplo, en una de ellas, una llamada Los panes y los peces (haciendo clara referencia a uno de los milagros de Jesucristo), en un lejano planeta sus habitantes empiezan a sufrir serias dificultades para sobrevivir. Son gente trabajadora y su tecnología es de las más punteras, pero con los años se han ido multiplicando de manera exagerada. Al haber superpoblación, los recursos empiezan a ser bastante limitados, apenas se cosecha comida para tantas personas y, con el tiempo, esta crisis acabará en una hambruna desmedida y en una más que posible futura guerra.
Tuf estudia las características medioambientales del planeta, su flora y su fauna, y rápidamente se pone manos a la obra. E introduce animales y plantas autóctonas de otros planetas (los laboratorios del Arca son toda una colección de criaturas orgánicas, muchas de ellas conseguidas en los diferentes viajes de Tuf), que en poco tiempo se reproducirán en gran cantidad, abasteciendo a sus habitantes durante años. Sin embargo, el seguir procreando tanto es un pensamiento bien arraigado en sus gentes (influenciado básicamente por la religión establecida, que afirma que el nacimiento, la vida, es algo divino, alentando así a las familias a tener más y más hijos), y nuestro protagonista comprende que su solución será solo temporal, una especie de parche provisional, si no cambian esa mentalidad.
En otras historias la crítica no va solo dirigida hacia la religión o a esa mentalidad territorial de los individuos, sino también a la dominación de unas especies sobre otras, poniéndose en tela de juicio esa injusta decisión en la que determinada especie elije por capricho sobre el destino de otras cuales dioses, decidiendo que la única función de ciertos animales es servirles de comida, o de herramientas de trabajo. En este sentido, a través de diferentes planetas, situaciones y comportamientos de unas especies y otras, el autor hace una crítica mordaz a nosotros mismos, planteando interesantes debates y reflexiones.
Pero, por si esto fuera poco, el libro es entretenimiento puro, engancha desde el principio. Unas historias me han gustado más que otras, pero en general todas me han mantenido pegado a sus páginas, consiguiendo en conjunto un equilibrio perfecto. El autor se crece con los diálogos, frescos y dinámicos, y la creación de personajes, a cuál más original y elaborado.
Si, como yo, sois de los que os cuesta acercaros a este género, este libro es idóneo para vosotros. Los viajes de Tuf es pura evasión y disfrute, pero también una interesante obra para reflexionar, en este sentido lo tiene todo. Desde luego voy a guardar un buen recuerdo de él porque lo he disfrutado muchísimo. Y en consecuencia, no hace falta ni que lo diga, repetiré con el autor.
Como algunos ya sabréis, siempre me ha costado un poco acercarme a la ciencia ficción, me tiene que llamar mucho la trama del libro en cuestión para que dé el paso y me lance. Y el argumento de Los viajes de Tuf me intrigó desde el principio. Os cuento un poco por encima de qué va y qué tal me ha parecido.
Haviland Tuf es un tipo bastante curioso, un mercader independiente poco agraciado, corpulento, calvo y de una palidez extrema. Es vegetariano, bebe cerveza en grandes cantidades, come demasiado y le encantan los gatos. Pero además, y por encima de todo, es un tipo honesto. Algo difícil de encontrar en los tiempos que corren.
Por motivos del azar, cuando es contratado por un estrambótico grupo de mercenarios de dudosas intenciones, da con una enorme nave espacial (gigantesca, colosal, de kilómetros y kilómetros de envergadura) llamada el Arca, la única superviviente del antiguo Cuerpo de Ingeniería de la Vieja Tierra.
En cuanto la descubren, todos ansían hacerse con ella, pues la nave alberga un poder inimaginable. Por suerte, mediante coraje y mucha astucia, Tuf consigue adueñarse de ella. Y digo por suerte porque, en manos equivocadas, el inmenso poder de esta se convertiría en algo destructivo haciendo un mal uso de la nave. Sin embargo, nuestro singular protagonista comienza a usarla para fines buenos.
El Arca es un artilugio que lleva desaparecido más de mil años (de su antigua tripulación poco sabemos al principio de lo que pasó con ella, más adelante se nos darán pistas), pero Tuf la repara (con muchas dificultades, todo sea dicho) y consigue darle vida, usándola para llevar a cabo una de esas profesiones que hace ya mucho están en desuso: la ingeniería ecológica, que él recupera, dándole su personalidad, astucia e ironía.
A pesar de las descomunales dimensiones del Arca, su única tripulación actual consta solo de Tuf y sus gatos: Champiñón, Caos y Desorden. Rápidamente nos daremos cuenta de que el grandullón es un tipo solitario, que prefiere la compañía de sus felinos antes que de las personas, a menudo llenas de rasgos que dejan mucho que desear. Ya solo por esto es un prota que me cayó bien desde el principio.
Es entonces cuando Tuf empieza a ejercer esta curiosa profesión (aprendiendo sobre la marcha, pues no tiene quien le enseñe), yendo de planeta en planeta ofreciendo sus servicios. Como os podéis imaginar, cada planeta tiene sus propios problemas (a cuál más serio y urgente, por cierto), y Tuf intenta ayudar en la medida de lo posible (siempre cobrando unas tasas, claro, porque el mantenimiento del Arca es costoso). Y valiéndose de la clonación en gran medida (una de las muchas habilidades de la nave), consigue solucionar algunos de estos importantes problemas planetarios, con mayor o menor éxito, unas veces de forma definitiva y otras veces de forma temporal. Pero casi siempre los habitantes de los diferentes mundos lo reciben con recelo y desconfianza (un rasgo humano característico), y muchas veces intentando sacar tajada o estafarlo.
Con el pasar de los años, Tuf va ampliando su colonia felina, y algunos de los nombres que les pone a sus mininos, irónicamente, son en honor a estos rasgos tan humanos con los que ha tratado en sus largos viajes: Sospecha, Duda, Hostilidad, Ingratitud, Estupidez...
"-Antes de que muera, juro que cogeré a ese animal por el rabo y le reventaré los sesos en una pared, si es que los tiene.
-No aprecia en grado suficiente las virtudes de los felinos -dijo Tuf, retirándose de nuevo a su sillón y acariciando a Desorden hasta tranquilizarla igual que antes había hecho con Champiñón-. Los gatos son animales muy inteligentes y de hecho es bien sabido que todos ellos poseen ciertas facultades extrasensoriales. Los pueblos primitivos de la Vieja Tierra llegaron a considerarles dioses en algunos casos."
Los viajes de Tuf se divide en 7 historias conectadas. 7 relatos continuados, cada uno centrado en la problemática de un planeta y las aventuras que Tuf corre en él, pero a pesar de esta estructura, el libro es un todo. De hecho, cuando creíamos haber dejado atrás a ciertos personajes de un mundo determinado, vuelven a aparecer en escena. A través de este periplo, seremos testigos de la evolución de nuestro protagonista.
Y en cierta forma, de cada historia se saca un mensaje, una moraleja, casi siempre cargada de una crítica feroz y bastante acertada (es una de las cosas que más me han gustado y que el autor ha sabido plasmar con mucha ironía, sin restar tensión e incertidumbre a la propia historia).
Por ejemplo, en una de ellas, una llamada Los panes y los peces (haciendo clara referencia a uno de los milagros de Jesucristo), en un lejano planeta sus habitantes empiezan a sufrir serias dificultades para sobrevivir. Son gente trabajadora y su tecnología es de las más punteras, pero con los años se han ido multiplicando de manera exagerada. Al haber superpoblación, los recursos empiezan a ser bastante limitados, apenas se cosecha comida para tantas personas y, con el tiempo, esta crisis acabará en una hambruna desmedida y en una más que posible futura guerra.
Tuf estudia las características medioambientales del planeta, su flora y su fauna, y rápidamente se pone manos a la obra. E introduce animales y plantas autóctonas de otros planetas (los laboratorios del Arca son toda una colección de criaturas orgánicas, muchas de ellas conseguidas en los diferentes viajes de Tuf), que en poco tiempo se reproducirán en gran cantidad, abasteciendo a sus habitantes durante años. Sin embargo, el seguir procreando tanto es un pensamiento bien arraigado en sus gentes (influenciado básicamente por la religión establecida, que afirma que el nacimiento, la vida, es algo divino, alentando así a las familias a tener más y más hijos), y nuestro protagonista comprende que su solución será solo temporal, una especie de parche provisional, si no cambian esa mentalidad.
En otras historias la crítica no va solo dirigida hacia la religión o a esa mentalidad territorial de los individuos, sino también a la dominación de unas especies sobre otras, poniéndose en tela de juicio esa injusta decisión en la que determinada especie elije por capricho sobre el destino de otras cuales dioses, decidiendo que la única función de ciertos animales es servirles de comida, o de herramientas de trabajo. En este sentido, a través de diferentes planetas, situaciones y comportamientos de unas especies y otras, el autor hace una crítica mordaz a nosotros mismos, planteando interesantes debates y reflexiones.
Pero, por si esto fuera poco, el libro es entretenimiento puro, engancha desde el principio. Unas historias me han gustado más que otras, pero en general todas me han mantenido pegado a sus páginas, consiguiendo en conjunto un equilibrio perfecto. El autor se crece con los diálogos, frescos y dinámicos, y la creación de personajes, a cuál más original y elaborado.
Si, como yo, sois de los que os cuesta acercaros a este género, este libro es idóneo para vosotros. Los viajes de Tuf es pura evasión y disfrute, pero también una interesante obra para reflexionar, en este sentido lo tiene todo. Desde luego voy a guardar un buen recuerdo de él porque lo he disfrutado muchísimo. Y en consecuencia, no hace falta ni que lo diga, repetiré con el autor.