Erik Vogler en Muerte en el balneario

Título: Erik Vogler en Muerte en el balneario

Autor: Beatriz Osés

Páginas: 155

Año de edición: 2014

Género: Juvenil, Novela negra

Opinión personal

Después de lo que disfruté con Erik Vogler y los crímenes del rey blanco, tenía que hacerme como fuera con Erik Vogler en Muerte en el balneario, la segunda parte.

En esta ocasión, nuestro joven protagonista es convencido por su padre para que pase unos días con su abuela en el balneario Celeste Aida, uno de los centros termales más lujosos y elitistas que existen, ubicado en el norte de Italia. Después de los traumáticos sucesos de Bremen (los crímenes del libro anterior), creen que estas vacaciones le pueden venir bien a Erik para desconectar y borrar de la memoria recuerdos oscuros.

La relación con la abuela sigue siendo un tanto fría (tampoco es que a ella le haga mucha gracia pasar unos días con el estrafalario de su nieto), pero tal vez esta escapadita sirva de excusa para estrechar lazos. Sin embargo, Erik se lleva una sorpresa (y no precisamente agradable) al ver que Berta Vogler viene acompañada de Albert Zimmer (aquel extraño chico del libro anterior que tanta grima le produce), quien, por lo visto, viene incluido en el pack para estas minivacaciones.

Al principio nuestro protagonista piensa que le han engañado no contándole los detalles, pero pronto se olvida de este inconveniente y se deja seducir por los lujos de tan paradisíaco lugar. Al parecer, el dueño del hotel es antiguo amigo de su abuela, de cuando estudiaban juntos hace una vida, y los tres son alojados en suites muy exclusivas.

Una noche en la que no tiene demasiado sueño, el adolescente se enfunda en un bañador y un albornoz y decide bajar a darse un baño. Paseándose por las instalaciones mientras la mayoría duerme, da con un cuarto de parafangos. Pese al letrero de "No pasar" que cuelga en la puerta, entra sin reparos, pensando que un baño de barro le ayudará a aliviar tensiones.

Pero, ya metido hasta la cintura en el lodo (según aseguran, traído del Mar Muerto), cuál es su sorpresa al percatarse de que no está solo. Una anciana con un turbante en la cabeza y una copa de sorbete de mango en la mano, disfruta de un relajante baño. A Erik le recuerda a esas tortugas del zoo, quietas y arrugadas. El susto viene cuando la mujer se le abalanza y le susurra algo al oído (no os diré qué) y poco después cae fulminada en sus brazos. ¿Muerte natural o asesinato? Tal vez alguien la quería muerta y la envenenó, empieza a lucubrar la febril mente de nuestro aprensivo protagonista, que sale como el rayo del cuarto y se dirige a recepción a alertar de lo sucecido.

Ante el revuelo, el director, el gerente, el personal de recepción y un grupo de curiosos alojados en el hotel acuden raudos adonde el muchacho asegura haber sido testigo de tan fatal suceso. No obstante, al llegar al cuarto de parafangos Erik Vogler se queda boquiabierto, pues no hay nadie. Ni cuerpo, ni rastro de la anciana. Y enseguida lo toman por loco. No solo eso, le piden explicaciones, pues ¿qué hacía tan tarde en una habitación que se supone que está cerrada al público? Su abuela, avergonzada, intenta disculpar a su nieto, y ante la insistencia de Erik de que es real, que lo de la anciana muerta no se lo ha inventado, enseguida lo achaca al trágico suceso de Bremen (lo que ocurrió en el libro anterior), creyendo que el chico está perdiendo la cabeza.

El asunto parece dejarse correr, pero Erik no está conforme. ¿Quién se llevaría el cuerpo de la anciana tan rápido? Y lo más importante, ¿por qué alguien querría verla muerta?

Días después empiezan a llegarle amenazas de muerte en notas de papel. Y al chico lo invade un miedo atroz. En un entorno donde nadie lo cree, ni siquiera su abuela, el único aliado que encuentra es, para su propio asombro, en Albert Zimmer, el chico este que tantos recelos le despierta.

Juntos se ponen a investigar, pues cualquiera de los que acudieron allí aquella noche son sospechosos, y este lugar paradisíaco, a ojos de los muchachos, empieza a convertirse en un lugar siniestro.

En esta segunda parte no hay elementos paranormales como en el primer libro (al margen de las insinuaciones que se dejan caer sobre el personaje de Albert Zimmer). Quizá el final no me resultó tan sorpresivo e impactante como el de la anterior entrega, pero igualmente lo he disfrutado mucho.

No es necesario leer el primer libro, pues al margen de algunas menciones muy puntuales a sucesos pasados, es una historia independiente. Eso sí, empieza justo donde terminó el anterior, por lo que yo os recomendaría leer el primero, sobre todo para que entendáis un poco la relación entre los personajes.

Aventura ligerita pero con mucho misterio, muy bien escrita, con personajes peculiares y ambientado en un lugar muy especial. Por mi parte, continuaré repitiendo con estos libros porque son adictivos.