Título: Nuestra hermana pequeña
Director: Hirokazu Koreeda
País: Japón
País: Japón
Año: 2015
Género: Drama
Opinión personal
Esta historia está protagonizada por tres hermanas que viven en casa de su abuela, en Kamakura, Japón. Eran unas niñas cuando su padre las abandonó y a los años su madre también las dejó, a cargo de su abuela. Actualmente, viven juntas y están muy unidas.
Un día, reciben la noticia de la muerte de su padre y viajan a la ciudad donde residía para asistir al funeral. Allí conocerán a la cuarta protagonista de esta bonita película.
Sachi, la mayor, desde bien pequeña se ve obligada a cargar con la responsabilidad de sus otras dos hermanas. Hasta el punto de que le cueste dar el paso de independizarse y crear su propia familia. Lleva mucho tiempo viéndose a escondidas con un compañero de trabajo, que está casado y planea divorciarse para comenzar una vida junto a Sachi.
Yoshino es la segunda de las tres. Muy enamoradiza, siempre termina con chicos que sólo quieren su dinero y terminan engañándola. Discute mucho con Sachi porque no aprende ni escucha sus consejos. Y es que su hermana mayor siempre le ha parecido muy estricta y recta. Por sus personalidades suelen chocar muy a menudo.
La pequeña de las tres se llama Chika. Risueña y tranquila, hace de balanza entre las otras dos hermanas. Es la que más interés muestra por saber cómo era su padre. Añora aquello que nunca tuvo. Realmente, a pesar de parecer felices, cada una de ellas guarda su dolor y lo exterioriza a su manera.
Y la cuarta en esta familia de hermanas es Suzu. Hija del mismo padre pero de otra madre (su última esposa). Es la que estuvo a su lado en sus últimos años de vida. Lo cuidó a diario en su enfermedad hasta su muerte. Su infancia dura muy poco y asume responsabilidades de un adulto desde pequeña. Cuando conoce a sus hermanas en el funeral, ve en ellas esa familia que tanto echa en falta. El trío no se lo piensa dos veces y la invita a vivir con ellas. Y como era de esperar, Suzu acepta encantada.
Un película tierna y sensible protagonizada por cuatro mujeres que aportan un realismo absoluto a la historia. El dolor, los traumas y los conflictos están presentes de una manera discreta y suave. Y a pesar de lo sufrido por las chicas, la película te saca una sonrisa y transmite muy buen rollo. Los pequeños detalles como sentarse a una mesa a comer o las charlas durante un paseo, cobran gran importancia. El director ya me sorprendió gratamente con De tal padre, tal hijo (reseña aquí). Y ahora no me ha defraudado con esta bella historia.
Un día, reciben la noticia de la muerte de su padre y viajan a la ciudad donde residía para asistir al funeral. Allí conocerán a la cuarta protagonista de esta bonita película.
Sachi, la mayor, desde bien pequeña se ve obligada a cargar con la responsabilidad de sus otras dos hermanas. Hasta el punto de que le cueste dar el paso de independizarse y crear su propia familia. Lleva mucho tiempo viéndose a escondidas con un compañero de trabajo, que está casado y planea divorciarse para comenzar una vida junto a Sachi.
Yoshino es la segunda de las tres. Muy enamoradiza, siempre termina con chicos que sólo quieren su dinero y terminan engañándola. Discute mucho con Sachi porque no aprende ni escucha sus consejos. Y es que su hermana mayor siempre le ha parecido muy estricta y recta. Por sus personalidades suelen chocar muy a menudo.
La pequeña de las tres se llama Chika. Risueña y tranquila, hace de balanza entre las otras dos hermanas. Es la que más interés muestra por saber cómo era su padre. Añora aquello que nunca tuvo. Realmente, a pesar de parecer felices, cada una de ellas guarda su dolor y lo exterioriza a su manera.
Y la cuarta en esta familia de hermanas es Suzu. Hija del mismo padre pero de otra madre (su última esposa). Es la que estuvo a su lado en sus últimos años de vida. Lo cuidó a diario en su enfermedad hasta su muerte. Su infancia dura muy poco y asume responsabilidades de un adulto desde pequeña. Cuando conoce a sus hermanas en el funeral, ve en ellas esa familia que tanto echa en falta. El trío no se lo piensa dos veces y la invita a vivir con ellas. Y como era de esperar, Suzu acepta encantada.
Un película tierna y sensible protagonizada por cuatro mujeres que aportan un realismo absoluto a la historia. El dolor, los traumas y los conflictos están presentes de una manera discreta y suave. Y a pesar de lo sufrido por las chicas, la película te saca una sonrisa y transmite muy buen rollo. Los pequeños detalles como sentarse a una mesa a comer o las charlas durante un paseo, cobran gran importancia. El director ya me sorprendió gratamente con De tal padre, tal hijo (reseña aquí). Y ahora no me ha defraudado con esta bella historia.