Título: La ley de Jenny Pen
Director: James Ashcroft
País: Nueva Zelanda
Año: 2024
Género: Terror, Thriller
Opinión personal
El juez Stefan Mortensen, un viejo arrogante e implacable, sufre un derrame cerebral en pleno trabajo (en el tribunal, mientras preside un juicio). Inmediatamente es trasladado a una residencia de ancianos (un lugar que desprecia), donde es internado. Con medio cuerpo paralizado, queda postrado en una silla de ruedas.
Los días allí pasan lentamente. De todos los carcamales que pululan a su alrededor, uno en concreto llama enseguida su atención: un tal Dave Crealy. Un tarado, uno de esos ancianos que parece que hayan retrocedido al estado mental de un niño, a simple vista inofensivo.
Pero las apariencias engañan, porque cuando llega la noche y las luces se apagan, Crealy muestra su verdadera cara. Y como en estos sitios apenas hay seguridad ni vigilancia, se dedica a pasearse por las habitaciones y hacer de las suyas, sometiendo a los ancianos y enfermos a todo tipo de vejaciones y humillaciones a base de miedo y crueldad, por el simple disfrute de hacer pasar mal a los demás.
El juez Mortensen, hombre de leyes, pone una queja formal en el centro, pues al ser el último en llegar, él mismo empieza a ser víctima de los abusos de Crealy. Pero no sirve de nada. Como de costumbre, el sistema falla. Viendo que, salvo el personal (que parece estar en la inopia), todo el mundo allí vive amedrentado, soportando todo tipo de calamidades y sin hacer nada por miedo a una venganza de Crealy, nuestro protagonista se alía con su compañero de habitación (antaño una celebridad en el mundo del deporte) para trazar un plan que acabe con su reinado de terror.
Pero ignoran el nivel de perversidad al que se enfrentan y el pasado de este. Cuando una anciana aparece muerta, Mortensen empieza a temer de verdad por su propia vida. Su esperanza es que su estancia en la residencia sea temporal, pero unos análisis recientes ponen de manifiesto que sus capacidades motoras y cognitivas no están evolucionando como deberían, más bien al contrario. Con todo en su contra, tendrá que hacer algo pronto para escapar de esa pesadilla.
Aunque la película está catalogada como terror, no es terror como tal, o como lo conocéis. Aunque para mí lo es, un terror muy real. Porque... imaginaos estar atrapados en una residencia de ancianos (el lugar más deprimente del mundo, esas instituciones adonde la sociedad abandona a sus mayores), te da un ictus, tu cuerpo ya no responde como debiera y estás obligado a convivir con extraños, y para colmo, un abusón, un sádico, es el amo y señor del lugar cuando las luces se apagan, consiguiendo que pierdas la poca dignidad que te queda. Me parece más terrorífico que las historias de posesiones, casas encantadas, fantasmas, zombis o lo que sea.
Por cierto, el título le va como anillo al dedo. Ya lo comprobaréis.
Y luego está John Lithgow, que eleva la peli a unas cotas muy altas de lo perverso y lo macabro. Es un actor que me encanta, borda como nadie los papeles de villano. Pero aquí está a otro nivel, el personaje de perturbado que construye hace que la mismísima Annie Wilkes de Misery parezca Mary Poppins a su lado.
Sin temor a equivocarme, la mejor película que he visto en lo que va de año (por encima incluso de Weapons, Devuélvemela y otras del género). Y lo más extraño es que no vi apenas publicidad de ella. De hecho, cuando Moniki y yo fuimos a verla hace un par de semanas, la sala entera vacía para nosotros. Dentro de unos años, estoy seguro de que será un clásico moderno, una de esas pelis de culto que va cogiendo fuerza con el paso del tiempo. Una película que incomoda, te hace pasarlo mal, y al mismo tiempo te atrapa.
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