martes, 25 de septiembre de 2018

Trazo de tiza


Título: Trazo de tiza
Autor: Miguelanxo Prado
Páginas: 104
Año de edición: 2012
Género: Cómics, Novela gráfica


Opinión personal
Después de disfrutar tanto con Ardalén (reseña aquí), pues fue todo un descubrimiento, necesitaba leer más cosas de su autor, así que, curioseando entre su obra, elegí Trazo de tiza, de la que vengo a hablaros hoy. Esta es una de esas historias que tanto me gustan que transcurren en una localización recóndita, y con pocos personajes; ingredientes que siempre me resultan atractivos.

Empezamos poniéndonos en la piel de Raúl, un tipo del que poco sabemos, tan solo que ha perdido el rumbo y los vientos del azar han arrastrado su velero hasta una isla de la que nada sabía. Ese tipo de lugares que ni siquiera vienen en los mapas marítimos por lo insignificantes que son.
Cansado de largos días y semanas atravesando el inmenso azul sin nadie con quien hablar, decide arribar y probar suerte, atraído por la curiosidad.






Enseguida se da cuenta de que ya antes otros han pasado por allí; por unas pintadas de mensajes que ve en su largo dique.
En la isla da con una casa (que funciona como pensión para los infrecuentes, casi anecdóticos, viajeros), regentada por Sara, una madre soltera, y su hijo Dimas, un extraño adolescente, parco en palabras y reservado, que esconde hábitos poco saludables.
Raúl toma algo de comer y alquila una de sus varias habitaciones, deseoso de descansar aunque solo sea por una noche con los pies en la tierra.





Sara, una de esas mujeres coraje acostumbradas a subsistir sola sin grandes lujos ni comodidades, intercambia de vez en cuando objetos de gran utilidad y mercancías con los viajeros para aprovisionarse. Su pasado (como el del resto de personajes) se antoja un enigma.
Esa noche Raúl duerme en la isla, sin saber que no es el único visitante, pues alguien más ha llegado antes que él, solo que no se hospeda en la casa, sino en otra embarcación, al otro lado del dique.



Al día siguiente Raúl conoce a Ana, la otra turista que también llegó a la isla. Solo que, a diferencia de él, ella no llegó allí fruto de la casualidad, sino con la intención de citarse con un "amigo"; con lo que, se intuye, ya conocía la isla de tiempo atrás.




Enseguida vemos cómo Raúl empieza a demostrar un especial interés por Ana, sus formas sofisticadas y su aire misterioso no pasan desapercibidos por este, que de repente ya no tiene tanta prisa por continuar con su viaje. Tal vez unos días en tan pintoresco lugar le vengan bien.
Nuestro protagonista se dedica a pasear por sus distintos rincones. En la isla hay un faro, pero ni tiene farero ni funciona. Una imponente construcción coronando una colina, abandonada desde no sabemos cuánto.









Pese a los intentos de Raúl por trabar amistad con Ana, esta mantiene las distancias y, más allá de cierta cordialidad, no parece estar muy interesada en él, o eso se percibe. Sin embargo, los días pasan y el supuesto "amigo" que ella espera no aparece.
Entre tanto, nuestro protagonista se ve inmerso en un hábitat bello y reparador, pero también extraño y solitario, envuelto entre dos mujeres desconcertantes: una culta y refinada, y la otra más "silvestre" e intuitiva. Pronto la tensión sexual se empieza a palpar en el ambiente.









La isla, pese a su sencillez, pues se recorre en muy poco, se ve sin duda un rincón paradisíaco en mitad del océano. Y aun así, rodeado de cierto misterio: un faro sin luz, un inmenso dique casi vacío, una fonda sin apenas clientes... Un lugar aislado del mundanal ruido, lejos de toda civilización, una pequeña porción de tierra con forma alargada en mitad del gran azul líquido, apenas un trazo de tiza a vista de pájaro.













Pero no todo resulta tan idílico y tranquilo, y en un momento dado, más adelante, otros turistas llegan a la isla, unos tipos con intenciones deshonestas que, con sus ansias de diversión, pronto trastocan el hasta entonces apacible ambiente.



Lo que más me ha gustado de esta novela gráfica es su atmósfera realista tanto del entorno como de la caracterización de los personajes, sus sobrias personalidades, llenas de corazas (como en la vida real), cada una en lucha consigo misma, con sus tentaciones y anhelos secretos.
El trazo de los dibujos es extraño, como si el autor hubiese querido experimentar con esta historia, dándole ese aspecto como de acuarela.









He de admitir que no me ha gustado tanto como Ardalén, pero igualmente es muy recomendable. Un relato donde los silencios y las miradas adquieren bastante expresividad, y el insólito entorno se convierte en un personaje más.
Un faro en mitad del océano. Una pequeña isla casi deshabitada. Unos personajes perdidos que buscan sin encontrar. Un relato fascinante y sorprendente que nos obliga a no perder detalle y nos engancha desde la primera página. La situación en la que se enmarca la historia es tan extraña que al terminar cada capítulo te quedas deseoso de saber qué pasará, pues, como en la vida real, su encanto reside en lo impredecible que es.



Los interesados en esta obra podéis adquirirla en la página de su editorial, pinchando aquí.





martes, 18 de septiembre de 2018

Redención: Los casos del Departamento Q


Título: Redención: Los casos del Departamento Q
Director: Mikkel Norgaard
País: Dinamarca
Año: 2016
Género: Thriller



Opinión personal
Tras haber visto Misericordia (reseña aquí) y Profanación (reseña aquí), hoy cierro esta saga con su tercera y última entrega. Lo más importante para mí y lo que más valoro tras verla es que ha superado las expectativas que tenía puestas en ella. Pensaba que no iba a ser igual que la segunda y mucho menos que la primera. Que el factor sorpresa se perdería y sería más predecible. Y para nada. Estoy gratamente sorprendida porque esta historia ha conseguido mantenerme en tensión hasta el final y de nuevo me encuentro con un caso impactante.


Todo comienza con un mensaje en una botella que llega a las manos adecuadas para que la cosa no quede ahí. El departamento Q pone toda su energía en conocer quién lanzó ese mensaje a pesar de que poco rastro hay para seguir. Una nota que apenas se intuye lo que un día escribieron y unas huellas que prácticamente han desaparecido.



Nuestro protagonista, el detective Carl Mock, junto a su compañero Assad y su ayudante Rose descubren que el mensaje fue enviado por dos hermanos que estuvieron secuestrados cerca del mar. Pero nadie nunca denunció su desaparición y no saben si seguirán con vida.



En esta última aventura, los componentes del departamento Q se encuentran más abatidos y cansados que nunca. En especial Carl, que se ve inmerso en una gran depresión. Esa botella los hará despertar de ese letargo y lucharán poniendo sus vidas en juego por este caso.


A mi parecer, trata el tema de la religión, sectas, ritos y desapariciones de una manera original y real, sin caer en topicazos. No hay un broche mejor que Redención. Sin duda es la película más espectacular de la saga, sin desmerecer las anteriores. En ninguna de las tres películas se abandonan los puntos fuertes que las hace a cada una de ellas grandes historias. No entiendo por qué se acaba aquí y no siguen llevando a la pantalla más casos de este sorprendente departamento. Me encantaría seguir disfrutando como lo he hecho con cada historia.





martes, 11 de septiembre de 2018

La tumba del tejedor


Título: La tumba del tejedor
Autor: Seumas O´Kelly
Páginas: 77
Año de edición: 2010
Género: Narrativa


Opinión personal
Creo recordar que fue en el blog Las Inquilinas de Netherfield donde vi este libro. Y, qué queréis que os diga, sentí una especie de flechazo al conocer un poco sobre su historia. Tenía que leerlo.

Mortimer Hehir, el tejedor de un pequeño pueblo irlandés, ha muerto. Su viuda, bastantes años más joven que su difunto esposo, llega a Cloon na Morav (el Prado de los Muertos), el antiguo cementerio del pueblo. Un camposanto lúgubre y ancestral, destartalado y casi abandonado (pues ya hay otro nuevo cementerio desde hace algunos años), donde únicamente las familias más antiguas del lugar tienen derecho a ser enterradas.
Pero con la mayoría de lápidas ya desgastadas por el tiempo, con muchos de sus nombres y fechas casi borrados, el sitio para enterrar a su difunto marido (la tumba del padre de este, de su abuelo, y un largo linaje del clan de los tejedores) se antoja todo un enigma. Ni los jóvenes sepultureros (dos hermanos gemelos que han heredado el oficio de su padre) saben dónde podría estar el sitio exacto.

Para ello piden ayuda a Cahir Bowes, el picapedrero, y Meehaul Lynskey, el fabricante de clavos, dos de los más ancianos de la zona, para que con sus conocimientos puedan hallar la tumba que buscan y zanjar tan engorroso y triste asunto cuanto antes. Pero, cuando este par de vejestorios entran en escena, la cosa se lía y, lo que parecía que iba a resolverse rápido, se va alargando más y más, enredándose todo con las disputas de estos carcamales y su afán de quedar uno por encima del otro.

"Los dos viejos se pasearon por Cloon na Morav sin ninguna prisa por concluir su encargo. Al fin y al cabo llevaban mucho tiempo retirados, olvidados, abandonados por el mundo. Nada había más precioso para ellos que la sensación de volver a sentirse útiles. Sabían que, cumplido su encargo, era poco probable que en este mundo nadie volviese a requerir su ayuda. Estaban dispuestos a servir al mundo, pero el mundo debía permitir que se tomaran su tiempo. El mundo, constituido por los dos sepultureros y la viuda del tejedor, dedujo todo aquello sin necesidad de palabras. Lenta, casi mecánicamente, siguieron a los dos viejos por Cloon na Morav. Y los dos ancianos se paseaban con el esfuerzo de la edad y el corazón de un niño. Se separaban, iban en silencio de acá para allá como encontrándose con viejos conocidos, descubriendo cosas olvidadas, reuniendo los hilos de los días pasados, reviviendo sus recuerdos, y luego se juntaban de nuevo y se ponían a cuchichear, casi con naturalidad, y toda la conversación giraba en torno a los muertos, a la gente que yacía bajo tierra a su alrededor. Se fueron entusiasmando, hicieron alarde de sus conocimientos, citaron nombres, describieron las difíciles relaciones familiares, contaron anécdotas, resucitaron todas las virtudes, citaron en voz baja antiguos vicios, antiguos vicios que ya no parecían tales (...). Así susurrados, los escándalos de Cloon na Morav eran vistos por los sepultureros gemelos y la viuda del tejedor a través de una niebla de antigüedad tan espesa que ya no eran escándalos sino historias románticas."



Siento la parrafada, pero es para que os hagáis una idea de cómo escribe su autor. Con un estilo muy sencillo y certero, disecciona a sus personajes con una cercanía asombrosa. A mí desde luego me ha conquistado su narrativa.
Para los que nunca antes habíais oído hablar de este autor (como era mi caso hasta hace poco), Seumas O´Kelly es uno de los escritores irlandeses más relevantes del siglo XX. Pese a su prematura muerte a los 38 años, tras un enfrentamiento con unos soldados británicos cuando era responsable del Nationality, el periódico del Sinn Fein, O´Kelly dejó un legado literario que comprende varias obras de teatro, dos novelas y cuatro libros de relatos.



La tumba del tejedor es un recorrido tragicómico, cargado de interesantísimas reflexiones, por la vida de unos personajes secundarios que, irónicamente, ensombrecen al propio protagonista; el fallecido tejedor, del que conoceremos detalles de forma muy vaga a través del recuerdo de aquellos que lo conocieron en vida. Un relato largo o novela corta que se lee en nada, y que nos habla de la vejez, la vida y la muerte, de las miserias y grandezas humanas, pero sobre todo de la memoria, tan caprichosa y quebradiza, y a la vez tan importante.
Antes de terminar, me gustaría hacer una mención especial a Malachi Roohan, uno de esos personajes que pasan de largo por una historia sin intención de quedarse mucho, pero que dejan huella; grotesco y decrépito, por momentos lleno de coraje, por momentos asustadizo, tipo admirable por su determinación a la hora de aferrarse a esa cuerda de la vida.

No puedo contaros más porque es muy cortito. Por la parte que me toca, me he quedado con muchas ganas de volver a repetir con el autor. Literatura de la buena, este tipo de joyitas que te recuerdan por qué el placer de leer es algo tan gratificante y evocador.





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