Autor: Barbara Baldi
Páginas: 120
Año de edición: 2019
Género: Cómics, Novela gráfica
Opinión personal
Cómo va ese principio de verano? Por aquí por el sur ya empieza a ser un auténtico fastidio, todo el día tirando de ventilador. No soporto el calor. En ese sentido soy un poco raro, pues el clima que más disfruto es el otoñal. Me chiflan los cielos nublados, la lluvia, la hojarasca, los paisajes con cierta decadencia, el verdor, la herrumbre, la humedad... Ays, cómo lo extraño. Y algo de esto (por no decir mucho) tiene Mala estrella, la última novela gráfica que por mis manos ha pasado. Os cuento un poco de qué va y mis impresiones.
La historia nos sitúa en 1850, en el condado de Nottinghamshire.
En la vieja mansión todos andan de aquí para allá, con los nervios a flor de piel y el corazón encogido, una tristeza insondable impregna el ambiente en la casa. Finalmente, Lady Sutherland ha muerto.
La fallecida, una aristócrata venida a menos, tiene dos nietas: Clara y Olivia. Tras la lectura del testamento, ambas hermanas quedan muy sorprendidas, pues lo que les ha tocado no es lo que esperaban. Pronto surgen las desavenencias entre las dos, y una de ellas, descontenta con su trozo del pastel, hace las maletas y de un día para otro se despide fríamente de su hermana, de la que parece haber renegado para siempre. Divididas por la decisión tomada de su abuela antes de morir, las jóvenes herederas tratarán de reconducir su vida con desigual fortuna.
Clara (nuestra protagonista) se queda entonces sola, llevando las riendas de una mansión que, lejos de su antiguo esplendor, se encuentra prácticamente en ruinas. Acaba de perder a su querida abuela y, unos días después, también a su única hermana.
Unas semanas más tarde el contable de la familia la pone al día, descubriéndole las cuantiosas deudas que empieza a acumular. Apenas queda dinero para pagar al propio personal del servicio, y mucho menos para costear los innumerables desperfectos de la mansión, víctima del deterioro del tiempo.
Pero Clara no se amilana fácilmente, y empieza a vender joyas, artículos de colección de un antiguo legado familiar, cualquier pieza de valor con la que mantenerse a flote un poco más. A ella no se le caen los anillos, y pronto comienza a echar una mano allá donde haga falta, mezclándose como una más entre la gente del servicio, ocupándose de las tareas domésticas del hogar, de arrimar el hombro en las labores de los jardines, de trabajar las tierras de labranza...
Pero a pesar de los esfuerzos por mantener a flote un legado que le ha sido otorgado, por intentar devolver el brillo y el color a la vieja mansión, por preservar la memoria y el buen nombre de su abuela..., parece que todo resulta en vano. Cuando daba la impresión de que las cosas empezaban a mejorar, a atisbar un poco la luz al final del túnel, un cúmulo de calamidades hace que en poco tiempo caiga en desgracia.
A partir de aquí, el destino de nuestra joven protagonista se antoja de lo más incierto y desolador, dando un giro de ciento ochenta grados a su vida. Pero entre tantas penurias e infortunios no todas las sorpresas serán desagradables.
Mala estrella es el primer trabajo de la ilustradora italiana Barbara Baldi, un relato intimista que bien podría pasar por uno de esos grandes clásicos de la literatura inglesa del XIX, como Jane Eyre o Cumbres borrascosas, en el que lo que más destaca es el arte. Cada viñeta parece una pintura al óleo.
Hay pocos diálogos, pero tampoco es algo que me haya importado, pues se recrea más en el ambiente para expresar los distintos estados de ánimo. Me encantaron ciertos contrastes, como los blancos invernales de fuera frente a los negros de los góticos interiores, o los grises de esos horizontes encapotados, o esos tonos verdosos de algunos paisajes, azulados, turquesas, transmitiéndote esa sensación de melancolía, esa belleza secreta en la propia decadencia de las cosas, esa soledad, unas veces impuesta, otras escogida, unas veces fría y despiadada aun estando en compañía, otras en cambio acogida con inconfesable placer.
En la faja promocional que me venía en esta edición, un rótulo rezaba: "El cómic que leerían las Brontë". No lo sé, no he tenido el gusto (todavía) de leer a tan célebres hermanas. Lo que sí sé es que si tuviese que ponerle un pero, sería que me ha sabido a poco. La historia, que no deja de ser interesante y atractiva, se me hizo muy corta (y eso que me la dosifiqué), dejándome esa sensación al cerrar el libro de haberme faltado algo. Aun así no me arrepiento de haberla leído, pues solo por sus preciosas ilustraciones ya merece la pena.
Los interesados podéis adquirir esta delicatessen en la página de la editorial, pinchando aquí.
¿Lo recomiendo entonces? Sí, aunque con reservas, sabiendo qué es y a qué tipo de lectores va dirigido.
La historia nos sitúa en 1850, en el condado de Nottinghamshire.
En la vieja mansión todos andan de aquí para allá, con los nervios a flor de piel y el corazón encogido, una tristeza insondable impregna el ambiente en la casa. Finalmente, Lady Sutherland ha muerto.
La fallecida, una aristócrata venida a menos, tiene dos nietas: Clara y Olivia. Tras la lectura del testamento, ambas hermanas quedan muy sorprendidas, pues lo que les ha tocado no es lo que esperaban. Pronto surgen las desavenencias entre las dos, y una de ellas, descontenta con su trozo del pastel, hace las maletas y de un día para otro se despide fríamente de su hermana, de la que parece haber renegado para siempre. Divididas por la decisión tomada de su abuela antes de morir, las jóvenes herederas tratarán de reconducir su vida con desigual fortuna.
Clara (nuestra protagonista) se queda entonces sola, llevando las riendas de una mansión que, lejos de su antiguo esplendor, se encuentra prácticamente en ruinas. Acaba de perder a su querida abuela y, unos días después, también a su única hermana.
Unas semanas más tarde el contable de la familia la pone al día, descubriéndole las cuantiosas deudas que empieza a acumular. Apenas queda dinero para pagar al propio personal del servicio, y mucho menos para costear los innumerables desperfectos de la mansión, víctima del deterioro del tiempo.
Pero Clara no se amilana fácilmente, y empieza a vender joyas, artículos de colección de un antiguo legado familiar, cualquier pieza de valor con la que mantenerse a flote un poco más. A ella no se le caen los anillos, y pronto comienza a echar una mano allá donde haga falta, mezclándose como una más entre la gente del servicio, ocupándose de las tareas domésticas del hogar, de arrimar el hombro en las labores de los jardines, de trabajar las tierras de labranza...
Pero a pesar de los esfuerzos por mantener a flote un legado que le ha sido otorgado, por intentar devolver el brillo y el color a la vieja mansión, por preservar la memoria y el buen nombre de su abuela..., parece que todo resulta en vano. Cuando daba la impresión de que las cosas empezaban a mejorar, a atisbar un poco la luz al final del túnel, un cúmulo de calamidades hace que en poco tiempo caiga en desgracia.
A partir de aquí, el destino de nuestra joven protagonista se antoja de lo más incierto y desolador, dando un giro de ciento ochenta grados a su vida. Pero entre tantas penurias e infortunios no todas las sorpresas serán desagradables.
Mala estrella es el primer trabajo de la ilustradora italiana Barbara Baldi, un relato intimista que bien podría pasar por uno de esos grandes clásicos de la literatura inglesa del XIX, como Jane Eyre o Cumbres borrascosas, en el que lo que más destaca es el arte. Cada viñeta parece una pintura al óleo.
Hay pocos diálogos, pero tampoco es algo que me haya importado, pues se recrea más en el ambiente para expresar los distintos estados de ánimo. Me encantaron ciertos contrastes, como los blancos invernales de fuera frente a los negros de los góticos interiores, o los grises de esos horizontes encapotados, o esos tonos verdosos de algunos paisajes, azulados, turquesas, transmitiéndote esa sensación de melancolía, esa belleza secreta en la propia decadencia de las cosas, esa soledad, unas veces impuesta, otras escogida, unas veces fría y despiadada aun estando en compañía, otras en cambio acogida con inconfesable placer.
En la faja promocional que me venía en esta edición, un rótulo rezaba: "El cómic que leerían las Brontë". No lo sé, no he tenido el gusto (todavía) de leer a tan célebres hermanas. Lo que sí sé es que si tuviese que ponerle un pero, sería que me ha sabido a poco. La historia, que no deja de ser interesante y atractiva, se me hizo muy corta (y eso que me la dosifiqué), dejándome esa sensación al cerrar el libro de haberme faltado algo. Aun así no me arrepiento de haberla leído, pues solo por sus preciosas ilustraciones ya merece la pena.
Los interesados podéis adquirir esta delicatessen en la página de la editorial, pinchando aquí.
¿Lo recomiendo entonces? Sí, aunque con reservas, sabiendo qué es y a qué tipo de lectores va dirigido.