Título: Dark West. Relatos fantásticos en el viejo oeste
Autor: VV. AA.
Páginas: 244
Año de edición: 2022
Opinión personal
La antología que hoy os traigo me ha parecido un regalo. Así, tal cual. Porque, por un lado, me ha dado la posibilidad de conocer la pluma de distintos autores (algunos de ellos viejos conocidos de mis redes sociales, pero a los cuales no había leído hasta ahora). Y, por el otro, porque estos relatos aúnan dos géneros por los que siento debilidad: el western y el terror.
Aquí nos trasladaremos al lejano oeste, aunque uno diferente al que estamos acostumbrados. Como ya el propio título nos advierte, a un lejano oeste oscuro y despiadado, lleno de leyendas siniestras.
El libro recoge una colección de 14 relatos inéditos para la ocasión. Paso directamente a hablaros de los que más me han gustado (que, por cierto, ya os adelanto que son la mayoría)...
-La escalera al infierno (J.J. Lucas).
Un médico llega a una especie de asentamiento de buscadores de oro, huyendo de un pasado que no le es grato y que guarda con celo. Allí, en un enclave nevado e inmundo, empezará a trabajar junto a otro doctor, que lo espera desde hace tiempo.
La ascensión en fila india por esa pendiente helada me recordó mucho al principio de Colmillo Blanco, pues casi puedes sentir la dureza del clima, la miseria humana y la desesperación por la supervivencia. Me gustó mucho, ambientación y personajes muy creíbles.
-Los demonios de Fort Tremblee (Juan Miguel G.S. Sánchez).
En plena guerra civil americana, un soldado es mandado a pedir refuerzos en una misión desesperada, pues sus compañeros, atrincherados en un fuerte militar, resisten como pueden los ataques del ejército contrario. La comida y las municiones empiezan a escasear. Pero nuestro protagonista es apresado por el enemigo y metido en un campo de concentración.
También me gustó mucho. Muy bien recreada esa degeneración de la tropa, que de tanto esperar y esperar sin moverse del sitio, acaba convirtiéndose en algo dantesco.
-Mequetrefe (Javier Martos).
En un pueblucho de mala muerte llamado Humildad, el sheriff del lugar, en uno de sus paseos a caballo por tierras yermas de la periferia, se encuentra de casualidad con el asalto a una diligencia. Tras detener al ladrón, se lo lleva esposado y lo encierra en el calabozo. El preso, un joven de aspecto nervioso, parece hasta inofensivo. Pero las apariencias engañan.
Este es cortito, pero igualmente me pareció adictivo, abriéndote una puerta a ciertas leyendas oscuras.
-Todo vuelve (Aitor Heras).
Tras una semana de persecución, dos hombres (uno blanco y otro negro) capturan a un antiguo coronel. Para este último, su peor pesadilla no ha hecho más que comenzar.
Una historia de esclavitud y venganza al más puro estilo Django desencadenado de Tarantino, pero más cruda y bestia si cabe. Muy conseguida, personajes sólidos y una atmósfera angustiosa.
-Sacamantecas (Vidal Hernández Solano).
En un pueblo en apariencia tranquilo, un hombre en busca de oportunidades acepta el cargo de sheriff, pues en un sitio donde casi nunca pasa nada, el trabajo es un chollo. O eso piensa él. Con la aparición del cadáver de uno de sus vecinos, se destapa un reguero de sangre que se remonta a un pasado lejano.
Un relato que va dándonos pistas poco a poco, haciéndonos ver que algo no va bien en este lugar donde las apariencias engañan. Una historia impregnada de superstición y cultos secretos.
-Ishna Wicca (Noa de la Croix).
En una primera parte, un asentamiento indio es masacrado vilmente. En la segunda, años más tarde, un enigmático cazador persigue a un asesino en serie del que circulan leyendas tenebrosas.
Relato cuyo final da sentido a todo. Y aunque tiene ese punto de previsible, no me importó, pues solo por la ambientación ya merece la pena, la autora te envuelve con facilidad en esa atmósfera decadente. Uno de los que mejor escritos están.
-El pacto de la media docena (José Antonio García Santos).
Un tipo duro, hábil con el revólver, experimentado en matar a sangre fría, es contratado por un viejo terrateniente. El encargo: traer las cabezas de los rufianes que torturaron y violaron a sus hijas, que juntos forman una peligrosa banda.
Me recordó a esas historias góticas de fantasmas de Dickens, pero llevado a la crudeza del western. Solo por la relación del prota con su caballo, enseguida le coges cariño. De los que más disfruté.
-El vaquero del diablo (Fernando Codina).
Un hombre ama en secreto a la amante de su mejor amigo, y muerto de celos y envidia, empieza a odiarlo. Pero no se atreve a desafiarlo, pues nunca estuvo a su altura manejando un arma. Sin embargo, más adelante, alguien le habla de un tipo extraño que al parecer consigue cosas imposibles.
Me recordó a esos cuentos clásicos en donde a alguien se le concede un deseo, pero ¡ojo!, porque siempre conlleva una terrible contraprestación (como en La pata de mono). Sencillamente me encantó.
-El bueno, el feo y el japo (Pablo C. Millán).
Un cazarrecompensas veterano persigue sin descanso a un joven forajido. Cuando, tras una larga persecución, consigue atraparlo, de repente, a lo lejos, escuchan el fragor de algo desconocido acercándose en la distancia. Y hasta aquí puedo contar, porque os chafaría la sorpresa.
Sin duda el relato más loco de la antología, el que pone el toque de humor.
-El silencio (Joan Álvarez Durán).
En Desolación, un pueblucho tranquilo y apartado, una plaga acaba con la mitad de sus habitantes. La otra mitad decide irse y empezar de cero en otro lugar. Entonces Desolación se convierte en un pueblo fantasma, salvo por la presencia del viejo Walter, la única persona que se ha negado a abandonar su casa. Tiempo después, tres extraños que huyen de la justicia llegan al pueblo buscando cobijo, ignorantes del mal que ronda sus calles.
Es irónico, porque es un relato en el que he encontrado cantidad de erratas, y a pesar de todo ha sido de los que más he disfrutado. Muy perturbador y cinematográfico.
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Con las antologías me pasa algo curioso. Cuando los relatos son de diversa temática y género, los leo del tirón. En cambio, cuando están encuadrados en la misma temática y género (como ha sido este caso), prefiero leerlos dejando varios días entre relato y relato, para evitar que se me hagan repetitivos, para degustarlos como realmente se merecen. Y así hice. ¿Resultado? Disfruté como un enano.
De los 14 relatos, solo 4 me dejaron un poco frío, lo cual hace un balance estupendo. Es difícil escoger cuáles fueron mis favoritos, porque la mayoría me encantó, pero si me apuntaran con un revolver y me obligaran a elegir, me quedaría con estos 4: La escalera del infierno, El pacto de la media docena, El vaquero del diablo y El silencio (y no necesariamente en ese orden).
Llanuras infinitas, calor asfixiante, polvo, sangre, sudor... Médicos de dudosa ética profesional, desechos humanos que han perdido el norte, vampiros, criaturas antiguas, venganzas difíciles de olvidar, sectas y ocultismo, depredadores de pesadilla, cosechas malditas, echadoras de cartas que predicen el futuro más inmediato, fantasmas capaces de hacer enloquecer a cualquiera, poderes sobrenaturales, realidades que escapan a la lógica, pueblos que engullen a quienes se adentran en sus calles, monstruos venidos de otro mundo... y mucho más, es lo que encontraréis en estas historias.
Si os gusta el género, es una lectura obligada. Si no es así, os invito igualmente a que le deis una oportunidad.
No sé si tendrá algo que ver esto de que la mezcla de western y terror me parece todo un acierto, pero es la mejor antología que he leído en los últimos años.
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